Apoyo a las Mujeres Maltratadas

APOYO A LAS MUJERES MALTRATADAS

Violencia contra la Mujer

Para la violencia ejercida contra cualquiera debido a su sexo o género, véase Violencia de Género. Para la violencia ejercida en el ámbito doméstico, véase Violencia Doméstica.

«Mujer maltratada con un bastón», dibujo de Goya.
La violencia contra la mujer no es un fenómeno nuevo.

La violencia contra la mujer es un término que abarca todos los tipos de violencia ejercida contra este grupo de personas, siendo a menudo «consecuencia de la discriminación que sufre tanto en leyes como en la práctica, y la persistencia de desigualdades por razones de género»,1 aunque no toda la violencia contra la mujer puede identificarse solamente por su condición de mujer, por lo que es habitual que exista cierta confusión al respecto.

Esta violencia presenta numerosas facetas que van desde la discriminación y el menosprecio hasta la agresión física, sexual o psicológica y el asesinato, manifestándose en diversos ámbitos de la vida social y política, entre los que se encuentran la propia familia, la escuela, la Iglesia, el Estado, entre otras.

En 1994, en asamblea general, las Naciones Unidas aprobó la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, y en 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países más, declarar el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.

En febrero de 2008 el Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki-moon lanzó la campaña: ÚNETE para poner fin a la violencia contra las mujeres proclamando el 25 de cada mes Día Naranja. Entre otras actividades, en ese día se invita a llevar alguna prenda de ese color para resaltar el llamamiento a erradicar la violencia contra la mujer.


Introducción

Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como «todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada», reconociéndolo como una pandemia que afecta al 50% de la población mundial, habiendo sido hasta un 70 % de las mujeres víctimas de esa violencia en algún momento de su vida.

A 2014, según los datos disponibles por la ONU: [cita requerida]
Un 38% de los asesinatos de mujeres cometidos en el mundo son cometidos por su pareja, siendo el ámbito familiar y de pareja donde se produce el mayor número de casos de violencia contra la mujer, ya sea esta física, sexual o psicológica: el 50% de los asesinatos de mujeres en el mundo son cometidos por un familiar o compañero sentimental y el 35% de las mujeres habrían sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja.

Unos 120 millones de niñas de todo el mundo, más de una de cada 10, han sufrido en algún momento coito forzado u otro tipo de relaciones sexuales forzadas.
La trata de personas se convierte en una trampa para mujeres y niñas que son en un 98 % el objeto de la explotación sexual (4,5 millones de personas en el mundo).
Más de 133 millones de niñas y mujeres han sufrido algún tipo de mutilación genital.

Ser niña sería uno de los factores de riesgo, junto con pertenecer a una clase desfavorecida o a una minoría. 250 millones de niñas en el mundo son casadas con menos de 15 años, siendo estas más vulnerables a la violencia ejercida por el esposo.

En los conflictos armados la violación sistemática se convierte en un arma de guerra (entre 250 000 y 500 000 mujeres fueron violadas durante el genocidio de 1994 en Ruanda y se calcula que entre 20 000 y 50 000 durante el conflicto de Bosnia a principios de la década de 1990).

Y el feminicidio queda patente por cifras comparativas: en el mundo son asesinadas dos mujeres por cada hombre asesinado.

Esta violencia contra las mujeres y niñas ejercida por razón de su sexo encontraría su raíz en las históricas relaciones de poder entre hombre y mujer, en el modelo social patriarcal que ha propiciado relaciones de dominio de este sobre ella, la desigualdad entre sexos y la discriminación.

Habrían sido los movimientos feministas los que desde finales del siglo XIX y principalmente durante el pasado siglo, el siglo XX, diesen visibilidad a la condición de la mujer, logrando mediado el siglo XX que la violencia contra las mujeres pasase de considerarse un asunto privado a un problema social y público. 

Desde entonces la percepción pública se ha ido concienciando de las auténticas dimensiones del problema y organismos internacionales y nacionales van sumándose y trabajan activamente para erradicarlo, promulgando leyes y promoviendo campañas de concientización. Al día de hoy no se puede dudar que la violencia contra la mujer es un problema global que afecta a los derechos humanos más básicos de la mitad de la población mundial y que hay que erradicar.

También, reconocido que la violencia contra la mujer tiene sus causas en la discriminación y la desigualdad, combatir esa discriminación y desigualdad, significa al tiempo atajar esa violencia.


La Violencia contra la Mujer tratada en los Organismos Oficiales

Desde 1975 se celebra la Conferencia Mundial sobre la Mujer como una forma de incorporar el tema a la política pública, y en 1993 las Naciones Unidas ratifican la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer en la que se afirma que esta violencia es un grave atentado contra los Derechos Humanos de la mujer y de la niña, reconociendo «la urgente necesidad de una aplicación universal a la mujer de los derechos y principios relativos a la igualdad, seguridad, libertad, integridad y dignidad de todos los seres humanos»; también reconociendo el papel desempeñado por las organizaciones en pro de los derechos de la mujer, organizaciones que facilitaron dar visibilidad al problema.

Siendo la violencia contra la mujer un problema que afecta a los Derechos Humanos, que «constituye una manifestación de relaciones de poder históricamente desiguales entre el hombre y la mujer, que han conducido a la dominación de la mujer y a la discriminación en su contra por parte del hombre e impedido el adelanto pleno de la mujer, y que la violencia contra la mujer es uno de los mecanismos sociales fundamentales por los que se fuerza a la mujer a una situación de subordinación respecto del hombre», ve la necesidad de definirla con claridad como primer paso para que, principalmente los Estados, asuman sus responsabilidades y exista «un compromiso de la comunidad internacional para eliminar la violencia contra la mujer».

La declaración incluye seis artículos en los que se define la violencia contra la mujer y las formas y ámbitos de esta violencia, al tiempo que enumera los derechos de las mujeres para alcanzar la igualdad y su pleno desarrollo e insta a los Estados y organizaciones internacionales a desarrollar estrategias y poner los medios para erradicarla.

En el mismo sentido, el 5 de marzo de 1995, se adoptó la «Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer: 
Convención de Belém do Pará».
Enlace externo con la Declaración de Naciones Unidas.
Enlace externo con la «Convención de Belém do Pará»

En 1999, a propuesta de la República Dominicana con el apoyo de 60 países más, se declaró el 25 de noviembre Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La fecha del 25 de noviembre se eligió para conmemorar a las hermanas Mirabal, tres activistas políticas que fueron brutalmente asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo.

En Canadá se celebra el Día nacional del recuerdo por las víctimas de la violencia contra la mujer el 6 de diciembre, en conmemoración de la masacre de la Escuela Politécnica de Montreal.


Violencia de Género versus Violencia contra la Mujer
Artículo principal: Violencia de Género

Dentro de la terminología utilizada para referirse a la violencia contra la mujer, a menudo se utiliza de manera indistinta el término Violencia de Género; sin embargo, este último presenta diversas características diferentes a otros tipos de violencia interpersonal, por lo que no toda la violencia contra la mujer puede identificarse como violencia de género, ya que de acuerdo a ONU Mujeres, este tipo de violencia «se refiere a aquella dirigida contra una persona en razón del género que él o ella tiene así como de las expectativas sobre el rol que él o ella deba cumplir en una sociedad o cultura» haciendo referencia a aquel tipo de violencia que tiene sus raíces en las relaciones de género dominantes existentes en una sociedad, por lo que es habitual que exista cierta confusión al respecto.

La violencia de género por lo tanto sería un concepto más amplio, dado que incluiría asaltos o violaciones sexuales, prostitución forzada, explotación laboral, el aborto selectivo en función del sexo, violencia física y sexual contra prostitutas, infanticidio femenino, castración parcial o total, ablación de clítoris, tráfico de personas, violaciones sexuales durante período de guerra, patrones de acoso u hostigamiento en organizaciones masculinas, ataques homofóbicos hacia personas o grupos de homosexuales, lesbianas, bisexuales y transgéneros, entre otros. 

Raíces de la Violencia contra la Mujer
Historia del Patriarcado
Véanse también: Patriarcado y Paternidad

Actualmente la familia patriarcal puede aparecer borrada; en sus orígenes, convirtió a la mujer en objeto propiedad del hombre, el patriarca. Al patriarca pertenecían los bienes materiales de la familia y sus miembros. Así, la mujer pasaba de las manos del padre a las manos del esposo, teniendo ambos plena autoridad sobre ella, pudiendo decidir, incluso, sobre su vida. La mujer estaba excluida de la sociedad, formaba parte del patrimonio de la familia, relegada a la función reproductora y a las labores domésticas.

En la Roma clásica, en sus primeros tiempos, es manifiesta la dependencia de la mujer, debiendo obediencia y sumisión al padre y al marido.

El paterfamilias tenía sobre sus hijos en derecho a vida y muerte; podía venderlos como esclavos en territorio extranjero, abandonarlos al nacer o entregarlos a manos de los familiares de sus víctimas si habían cometido algún delito; desposarlos y pactar o disolver sus matrimonios. Pero así como los varones pasaban a ser paterfamilias cuando moría el padre, y adquirían todas sus atribuciones jurídicas dentro de su familia, las mujeres, por el contrario, iban a permanecer de por vida subordinadas al poder masculino, basculando entre el padre, el suegro y el esposo.
Antonio Gil Ambrona.

Este modelo de familia patriarcal ancestral sufrió durante la República y el Imperio numerosas modificaciones. El derecho sobre la vida de la mujer fue abolido. A ésta se le seguía reservando la pena de muerte en determinados supuestos, pero ya no era el marido el que decidía sobre ello, siendo la comunidad la encargada de juzgarla. 

En determinados momentos la mujer llegó a conseguir una cierta emancipación: podía divorciarse en igualdad de condiciones con el hombre, dejó de mostrarse como la mujer abnegada, sacrificada y sumisa y en la relación entre esposos se vio matizada la autoridad del marido. Esto ocurría principalmente en las clases altas y no evitó que la violencia siguiese dándose en el seno del matrimonio «dirigida a controlar y someter a las mujeres mediante la agresión física o el asesinato».

Los avances que pudieron darse durante la República y el Imperio romanos desaparecieron en el periodo oscuro del medievo. Una sociedad que rendía culto a la violencia, la ejerció también contra las mujeres y éstas se convirtieron frecuentemente en moneda de cambio para fraguar alianzas entre familias. «En las clases más bajas, además de cumplir con la función reproductora, constituían mano de obra para trabajar en el hogar y en el campo».

En esta historia han jugado un papel importante las religiones, suponiendo una justificación moral del modelo patriarcal: «Las casadas estén sujetas a sus maridos como al Señor, porque el marido es cabeza de la mujer, como Cristo es cabeza de la Iglesia y salvador de su cuerpo».


Estudios sobre Hombres que ejercen Violencia Intrafamiliar

Una hipótesis es que el funcionamiento biológico del hombre es distinto al de la mujer, especialmente a la testosterona, y por lo tanto esta mayormente predispuesto a la violencia. Características de un Hombre violento. -Estos hombres suelen representar caricaturas según los mitos culturales de la masculinidad patriarcal, que le indican lo que “debe” ser un hombre. 

Por ejemplo, aun cuando no lo acepten se manifiestan en formas que tienden a controlar y dominar a cada integrante de la familia de quienes se consideran inferiores, especialmente de las mujeres y los niños. -presentan dificultad para expresar sus sentimientos y lo que les afecta de cada situación; pues esto para ellos es signo de “debilidad”, pues su ideología es que el hombre debe ser fuerte, según su concepción. -El aislamiento emocional, sus relaciones no tienen ningún grado de intimidad que permita hablar o expresar físicamente sus sentimientos especialmente el cariño, conflictos afectivos.

La mayoría de los hombres que ejercen la violencia contra la mujer en el proceso de su crianza hubo un ambiente de madre sumisa, abnegada y un padre autoritario, manipulador estos crea el ciclo de la violencia intrafamiliar, actualmente la violencia contra la mujer es definida según: Todo acto basado en la pertinencia al sexo femenino que pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual y psicológico para la mujer, así como amenazas de tales actos la coacción o la privatización arbitraria a la libertad, tanto si se produce en la vía privada o pública.


Consideración Actual

La violencia contra las mujeres no es exclusiva de ningún sistema político o económico; se da en todas las sociedades del mundo y sin distinción de posición económica, raza o cultura. Las estructuras de poder de la sociedad que la perpetúan se caracterizan por su profundo arraigo y su intransigencia. En todo el mundo, la violencia o las amenazas de violencia impiden a las mujeres ejercitar sus derechos humanos y disfrutar de ellos.
Amnistía Internacional, Está en nuestras manos. No más violencia contra las mujeres.

Fueron las organizaciones feministas en la segunda mitad del siglo XX las que dieron visibilidad plena al problema de la violencia contra la mujer. Es curioso que en muchos países se confeccionasen estadísticas sobre accidentes de tráfico al tiempo que se ignoraba la incidencia de feminicidios y violaciones, de la misma manera que es curioso que ahora sean noticia los casos de violencia dentro de la pareja con resultado de muerte pero no lo sean otro tipo de muertes no accidentales como son los suicidios ni se analicen las causas que los provocan. 

En Francia, un artículo de Janna Hanmer, aparecido en la revista Questions Feministes, dirigido por Simone de Beauvoir, se preguntaba por qué no se elaboraban estadísticas sobre la incidencia de la violencia contra la mujer en el seno de la familia; «encontraba la respuesta, precisamente, en que el fenómeno era considerado como un problema particular y no un hecho social». 

Iberoamérica y el Caribe han sido «una de las regiones del mundo que mayor atención ha prestado a la lucha contra la violencia hacia la mujer», mostrándose especialmente activa en la consolidación de redes sociales, sensibilizando a los medios de comunicación, adquiriendo compromisos institucionales y legislando para erradicar un problema que afecta al 50% de la población mundial limitando y conculcando sus más elementales derechos humanos. 

En aquellos tiempos costó hacer ver que las agresiones hacia las mujeres no eran producto de momentos de frustración, tensión o arrebatos, contingencias de la vida en común; sino que eran consecuencia de los intentos de mantener la subordinación de la mujer, de la consideración ancestral de la mujer como un objeto propiedad del hombre; y, por lo tanto, deberían dársele una consideración especial.

1975-1985 se declaró Decenio de la Mujer. Especial importancia tuvo la celebración del Tribunal Internacional de Crímenes contra las Mujeres en Bruselas en 1976, siendo la primera vez que se tipificaron como crímenes diferentes tipos de violencia cometidos contra las mujeres, creándose la Red Feminista Internacional con programas de apoyo y solidaridad. Consecuencia de su resonancia, en 1979, la Asamblea de las Naciones Unidas aprobó la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer y en 1980 se celebró en México la I Conferencia Mundial de la ONU sobre la Mujer, activándose al año siguiente la Convención para Erradicar la Discriminación contra la Mujer (CEDAW). 

Estos acontecimientos impulsaron toda una serie de medidas legislativas y modificaciones de códigos penales que en los diferentes países se han venido produciendo desde entonces. En 1993 las Naciones Unidas ratificaba la Declaración sobre la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer y en 1995, en Belem do Para (Brasil), se adoptó la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia Contra la Mujer.

Hoy en día numerosos países cuentan con estrategias específicas para combatir la violencia contra la mujer. Estos países han modificado su legislación incluyendo en ella leyes contra la violencia hacia la mujer, diseñan planes generales y sectoriales para combatirla y promueven campañas para interesar a los diferentes ámbitos de la sociedad en este problema. 

Estas estrategias han servido a su vez para sensibilizar a Estados y Sociedad ante otras formas de violencia: contra la infancia, ancianos, minusválidos, colectivos minoritarios… 

No obstante, la violencia contra la mujer sigue produciéndose en altas tasas. También, habiendo sido las sociedades occidentales las pioneras en esta lucha, siendo en estas sociedades donde los movimientos por los derechos de la mujer antes y más se han desarrollado, en otras muchas sociedades, esta lucha se encuentra sensiblemente retrasada.


Violencia contra la Mujer en la Familia

Artículo principal: Violencia Doméstica

La violencia contra la mujer comienza en la infancia y es en la familia donde principalmente se ejerce esa violencia. La infancia es especialmente vulnerable a la violencia y la niña sufre un plus añadido por su condición femenina. A la ablación, generalizada en determinadas comunidades e ineludiblemente ligada al sexo femenino, el comercio sexual que puede arrancar ya en el seno de la familia con la venta de la niña, o el infanticidio y los abusos sexuales, más frecuentemente ligados al sexo femenino, se une una más estricta autoridad paterna, ejercida también por hermanos, y una educación discriminatoria que limita sus expectativas vitales.

El infanticidio femenino es habitual en determinadas culturas. «En la India la proporción entre hombres y mujeres es la más desigual del mundo». En Pakistán y Bangladés existen parecidos desequilibrios y en regiones de China el infanticidio femenino está generalizado. 

Una percepción de la mujer devaluada, costumbres discriminatorias, considerar la educación de las niñas como una carga y los deseos del padre de perpetuar el apellido mediante un varón serían las causas de estos infanticidios. «En algunas zonas de Pakistán –y también en el vecino Afganistán- el nacimiento de una niña va acompañado de ritos de duelo».

En China, la imposición del «hijo único» en 1978, en un país con una marcada y ancestral preferencia por la descendencia masculina, multiplicó este tipo de infanticidios. En la actualidad, la posibilidad de detectar el sexo durante el embarazo ha venido a agravar el problema con abortos selectivos.

Más del 80% de las violaciones las perpetran miembros de la familia de la víctima, y mayoritariamente a edades muy tempranas, cuando esta no pasa de ser una niña. Padres, abuelos, tíos, adultos en los que ella confía pasan a ser sus agresores. Este es un problema mundial que en muchas ocasiones no trasciende más allá de los límites de la propia familia, la niña sufre la violencia en silencio, avergonzada y con sentimientos de culpa.

La venta de niñas sería otra violencia sufrida por la mujer en la infancia y en la familia. Estas ventas pueden tener diversas finalidades, pero el lucrativo negocio de la prostitución, las enfermizas inclinaciones sexuales de clientes, unido a la miseria en la que se ven sumidas muchas familias han extendido el comercio de niñas, menores de diez años en muchos casos, destinadas a la explotación sexual.

Podríamos decir que es un problema limitado a determinados países no occidentales, pero es Occidente desde donde parten los clientes en un «turismo sexual» que está adquiriendo auge. «El llamado "turismo sexual" es una de las formas contemporáneas del saqueo al que viven sometidos los países pobres. […] Según la UNICEF existen en torno a doscientos mil adeptos del turismo sexual» (cuatro de cada diez turistas que visitan Tailandia lo hacen solos).

A estas violencias, aún habría que sumar otras muchas de menor carácter que irían desde un mayor autoritarismo paterno y familiar, a los matrimonios forzosos. La violencia ejercida contra la mujer, sea cual sea su naturaleza, tiene como marco preferente la familia.


Violencia contra la Mujer en la Pareja

Mujer víctima de un ataque con ácido, en Camboya.

Gráfico de la prevalencia (por millón) de la violencia contra mujeres en las relaciones de pareja por país.

La violencia contra la mujer por parte de su pareja o ex-pareja está generalizada en el mundo dándose en todos los grupos sociales independientemente de su nivel económico, cultural o cualquier otra consideración. Aún siendo de difícil cuantificación, dado que no todos los casos trascienden más allá del ámbito de la pareja, se supone que un elevado número de mujeres sufren o han sufrido este tipo de violencia. 

Estudios realizados en países por desarrollar arrojan una cifra de maltrato en torno al 20%, encontrándose los índices más bajos en países de Europa, en Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón con cifras en torno al 3%.

«Es un hecho que en una relación de pareja la interacción entre sus miembros adopta formas agresivas». En todas las relaciones humanas surgen conflictos y en las relaciones de pareja también. Las discusiones, incluso discusiones acaloradas, pueden formar parte de la relación de pareja. En relaciones de pareja conflictivas pueden surgir peleas y llegar a la agresión física entre ambos. Esto, que podría alcanzar cotas de violencia que serían censurables y perseguibles, formaría parte de las dificultades a las que se enfrentan las parejas. 

El maltrato nada tiene que ver con esto; en el maltrato el agresor siempre es el mismo: «Por definición, el conflicto es una modalidad relacional que implica reciprocidad y es susceptible de provocar un cambio. Por el contrario, el maltrato, aunque adopte las mismas formas –agresiones verbales y físicas-, es unilateral, siempre es la misma persona la que recibe los golpes».

Las cifras de mujeres víctimas de violencia familiar llevada a cabo por quien sea o haya sido su pareja señalan que anualmente decenas o cientos de mujeres son asesinadas a manos de sus parejas en diferentes países del mundo.

En la pareja el maltrato es mayoritariamente ejercido por él contra ella. Tiene unas causas específicas: los intentos del hombre por dominar a la mujer, la baja estima que determinados hombres tienen de las mujeres; causas que conducen a procurar instaurar una relación de dominio mediante desprecios, amenazas y golpes.

Este tipo de violencia contra la mujer también se da en parejas del mismo sexo (lesbianas), en las que la víctima es obviamente una mujer. Sin embargo, este tipo de casos violentos no suelen tener trascendencia en los medios de comunicación.

Los rasgos más visibles del maltrato son las palizas y los asesinatos, son los que trascienden del ámbito de la pareja; sin embargo, los maltratos de «baja intensidad», los maltratos psíquicos que mantenidos en el tiempo socavan la autoestima de la mujer, son los que mayoritariamente se dan.

Cuando trasciende un caso de maltratos, la mujer puede llevar años sufriéndolos. Y si los maltratos pueden producirse en cualquier etapa de la historia de la pareja, es en el momento de la ruptura y tras esta, si se produce, cuando llegan a exacerbarse. Las causas pueden ser varias, desde trastornos psicológicos a predisposición socio-cultural, pasando por infidelidades de la pareja o ex-pareja.

Es frecuente tratar el tema de los maltratos como casos individuales: los maltratadores sufrirían una suerte de trastornos que les conducirían a maltratar a la mujer. Esta sería una visión del problema que evitaría tratarlo como un problema social.

El modelo psicopatológico explica la violencia como resultado de conductas desviadas propias de ciertos individuos cuya historia personal está caracterizada por una grave perturbación. Este enfoque, al fin y al cabo tranquilizador, habla de un «otro», un «enfermo» o «delincuente», al que, después de examinarlo, se le puede castigar o tratar médicamente.

Desde el punto de vista feminista la violencia masculina se percibe como un mecanismo de control social que mantiene la subordinación de las mujeres respecto de los hombres. La violencia contra las mujeres se deriva de un sistema social cuyos valores y representaciones asignan a la mujer la categoría de sujeto dominado.
Maryse Jaspard.

Las consecuencias últimas de la violencia contra la mujer en la pareja son la de decenas o cientos de mujeres muertas cada año, en los diferentes países, a manos de sus parejas o ex-parejas.


La Violencia Psicológica en la Mujer
Véase también: Violencia Psicológica en la Pareja

La violencia psicológica es un tema que con más frecuencia se está escuchando y de acuerdo a las encuestas de la OMS va ascendiendo, a pesar de la modernidad y rápida urbanización de la población del mundo, la violencia en cualquier manifestación, se sigue expandiendo. Dentro de la violencia generada hacia la mujer, se encuentra la psicológica, sin duda sutil y grave a su vez. 

La violencia psicológica podemos definirla como: el conjunto de conductas que generan agresión, denigrando y modificando la autoestima de la mujer, así como la imagen de sí misma. Hay tres formas en que se puede emplear este tipo de violencia: [cita requerida]

Maltrato Psicológico: Consiste en el trato degradante continuo que tiene como propósito atacar la dignidad de la persona. Es difícil de detectar pues son muy sutiles pero con el tiempo afectan.
Acoso Psicológico: Es generar violencia psicológica planificada para obtener un propósito específico, donde el atacante está consciente de lo quiere lograr, en este caso denigrar la autoestima de la violentada para someterla.
Manipulación Mental: Es la forma de control que se da entre dos personas, en este caso, del hombre hacia la mujer generando paulatinamente que ésta pierda su autonomía, libertad y toma de decisiones haciéndola dependiente en todas las formas: económica y emocionalmente.

En las investigaciones cualitativas se muestra de forma sistemática que las mujeres a menudo consideran el maltrato psíquico más devastador que la violencia física. Los actos específicos de maltrato psíquico infligido por la pareja que se incluyen en el Estudio de la OMS son los siguientes: [cita requerida]

- ser insultada o hacerla sentirse mal sobre ella misma;
ser humillada delante de los demás;ser intimidada o asustada a propósito (por ejemplo, por una pareja que grita y tira cosas);ser amenazada con daños físicos (de forma directa o indirecta, mediante la amenaza de herirla a ella o a alguien importante para la entrevistada).

En todos los países objeto del Estudio, entre el 20% y el 75% de las mujeres había experimentado, como mínimo, uno de estos actos, en su mayoría en los últimos 12 meses previos a la entrevista. 

Los que más se mencionaron fueron los insultos, la humillación y la intimidación. Las amenazas con daños físicos fueron menos frecuentes, aunque casi una de cada cuatro mujeres en los entornos provinciales de Brasil y Perú declaró que había sido amenazada. Entre las mujeres que informaron haber sido objeto de este tipo de violencia, al menos dos tercios había sufrido la experiencia en más de una ocasión [cita requerida]. 

"El maltrato psíquico es peor. Cuando te están humillando continuamente y te dicen que eres una inútil, que no vales nada." - Mujer entrevistada en Serbia y Montenegro

Dada la complejidad que supone definir y medir el maltrato psíquico de modo relevante y significativo en todas las culturas, los resultados de la investigación del Estudio de la OMS sobre la violencia psíquica y los comportamientos dominantes deben considerarse más un punto de partida que una medida global de cualquiera de las formas de maltrato psíquico. 

Sin embargo, en futuros análisis se examinará la conexión que existe entre el maltrato psíquico y sus consecuencias para la salud, el maltrato psíquico en sí mismo y el maltrato psíquico unido a la violencia física o sexual infligida por la pareja. [cita requerida]

Violación
Artículo principal: Violación


Las violaciones son una realidad mundial. Tanto en los países ricos como en los pobres, pese a las diferencias culturales, religiosas y sociales las mujeres siguen consideradas frecuentemente como meros objetos Sandrine Treiner.

«La violación es, sin ningún género de dudas, la forma más evidente de dominación ejercida, de manera violenta, por los hombres sobre las mujeres». 

En ella se traslucen los iconos atávicos presentes aún en la mente del hombre, lo que se conoce como Machismo: implica un menosprecio de la mujer considerándola como mero objeto destinado a satisfacer las apetencias sexuales y la convicción de que la mujer debe estar sometida al hombre. 

No supone considerar a la mujer inferior al hombre en una cuestión de grado sino el considerarla un ser inferior, un ser con el que se pueden cometer todo tipo de excesos.

Más del 14% de las mujeres estadounidenses mayores de 17 años admiten haber sido violadas. Esta cifra se podría extrapolar a otras sociedades occidentales. Y aunque en países este porcentaje puede bajar (8% en Canadá, 11,6% en Suiza, 5,9% en Finlandia), en Sudáfrica, uno de los países en los que el problema es más preocupante, el porcentaje sube al 25% con 1.500.000 violaciones cada año. Nuevamente es en el ámbito familiar donde se produce el mayor porcentaje de violaciones, probablemente más del 70%.

Las cifras ponen de relieve la dimensión de la violación como abuso de poder y confianza, y echan por tierra la tendencia culpabilizadora de tantas sociedades que consideran que las víctimas de las violaciones son unas mujeres imprudentes que tienen comportamientos arriesgados: atuendos provocativos, salidas nocturnas, etc.
Sandrine Treiner:

Serían las mujeres con unos mayores niveles de formación e independencia las que más estarían expuestas a ser violadas. Estarían más expuestas a ser violadas aquellas mujeres con mayor determinación ante los requerimientos sexuales no deseados; lo que indicaría que muchas violaciones no llegan a producirse al ceder las mujeres ante relaciones sexuales impuestas. Por lo que al hecho de la violación habría que sumar el de la imposición de relaciones sexuales no deseadas, forma de violación que no figuraría en las estadísticas.

La sexualidad no siempre resulta una elección para la adolescente: un 15,4 por 100 de las chicas declaraban «haber sufrido una o varias relaciones sexuales “bajo coerción” o “a la fuerza”». Entre ellas, las tres cuartas partes de las relaciones impuestas lo habían sido por otros jóvenes y, con mayor frecuencia, por jóvenes conocidos.
Raquel Osborne:

La violación produce efectos devastadores que van más allá de los causados por la violencia ejercida. Las mujeres violadas pueden caer en profundas depresiones, pudiendo llegar a suicidarse, pueden cambiar su carácter volviéndose más retraídas, caer en el consumo de alcohol o drogas. El sida o quedar embarazadas de su agresor son también sus posibles consecuencias. Las mujeres víctimas de la violación sufren una doble agresión, a la del agresor se suma la de la familia y la comunidad. La mujer violada queda estigmatizada por una familia y una sociedad que depositan su honor en su cuerpo. En algunas culturas puede incluso llegar a ser asesinadas por miembros de su propia familia para «lavar su honor», o sufrir su rechazo y el de la comunidad.

Lo cierto es que la tradición tribal iraquí no les deja elección: cuando una mujer es «mancillada» por una violación o por un acto sexual extra-matrimonial, está poniendo en peligro el honor de su familia y de toda la tribu. A la violación se responde con represalias, pero lo primero es eliminar la «mancha», para lo que es necesario eliminar físicamente a la mujer. 
Cécile Hennion.


La Violación como Arma de Guerra
Artículo principal: Violaciones de Guerra

En tiempos de guerra las mujeres se convierten en objetivo para castigar a la comunidad enemiga. Las guerras en Bosnia y Ruanda pusieron de manifiesto la realidad de las violaciones sistemáticas en tiempos de guerra, en el presente y en la historia. 

Nunca se tendrán cifras ciertas sobre estos hechos, el sentimiento de vergüenza de las víctimas mayoritariamente las mantendrá en silencio y, también, a estas violaciones, en numerosos casos, les sigue el asesinato. Se estima que por cada denuncia se han producido cien casos no denunciados. 

En la guerra de la antigua Yugoslavia, la comisión Warburton calculó el número de víctimas en 20.000, mientras algunas ONG elevaban esta cifra a 50.000. El portavoz de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, Tadeuz Mozoviecki, y el informe elaborado por la comisión Bassiouni, presentado en mayo de 1994, coincidieron en afirmar el carácter sistemático de las violaciones.

En el cuerpo de la mujer se escenifica el odio hacia el enemigo y las ansias de su destrucción: la violación puede ser pública, en presencia de sus familiares; a padres y familiares se les fuerza a su vez a violar a sus hijas y seres queridos. Mujeres, niñas y niños serían las víctimas escogidas. Todo en un intento de anularles como personas y de perpetuar la victoria sobre la comunidad sojuzgada cargando a sus mujeres con los hijos de sus enemigos.

La violación es el crimen de profanación por excelencia contra el cuerpo femenino, y, consecuentemente, contra toda promesa de vida del conjunto de la comunidad. De ahí que pueda definirse antropológicamente como una tentativa de invadir el espacio histórico del otro insertando en su árbol genealógico al hijo del enemigo «étnico».
Véronique Nahoum-Grappe.


Explotación Sexual

Según fuentes de la UNODC, durante la década 1990-2000, el tráfico de personas con destino en la prostitución se cobró 33 millones de víctimas (si bien muchas de ellas lo hacían de forma consciente y voluntaria), tres veces más que el tráfico de esclavos africanos durante cuatrocientos años, calculado en 11.500.000 personas.

Este, también, es un crimen universal. Las mujeres captadas con engaños o por la fuerza pueden pertenecer a cualquier país, principalmente países donde la población sufre carencias económicas o países en guerra, y el destino puede ser su propio país o cualquier otro, en este caso, principalmente países ricos.

Frecuentemente, los traficantes atraen a sus víctimas a través de falsas agencias matrimoniales o de empleo, donde les prometen mejores condiciones de vida pero que acaban por venderlas para hacer trabajos forzados. 

Estos delitos son una vulneración de los derechos humanos, atentan contra la vida degradando los derechos a la integridad, la libertad y la dignidad de las personas a condiciones modernas de esclavitud, violencia, abuso sexual y tratos crueles e inhumanos.

La explotación sexual convierte a las víctimas en esclavas. Los proxenetas se enriquecen manteniendo a las víctimas en condiciones infrahumanas, atemorizadas y amenazadas, obligadas a ejercer la prostitución en condiciones de explotación.

El principal objetivo de esta actividad se focaliza a las personas más desprotegidas como las mujeres, los niños y las niñas, los refugiados además de aquellos que solicitan asilo. 

Entre los factores que generan estas actividades se encuentran la falta de una distribución equitativa de recursos, la pobreza, el hambre, el desempleo, el analfabetismo, la discriminación contra la mujer, la violencia basada en el género, las políticas de migración restrictivas, las crisis humanitarias y los desplazamientos por conflictos políticos y armados

Desde el feminismo se ve como medio para combatir este tráfico el combatir la prostitución, acabar con el comercio sexual que, consideran, degrada a la mujer, pese a que muchas lo practican de forma voluntaria. El debate sobre la prostitución está abierto, existiendo grupos, entre ellos grupos de mujeres dedicadas a la prostitución, que consideran esta elección un derecho, y organizaciones feministas dispuestas a erradicarla.

México es el tercer país de Hispanoamérica que presenta las cifras más altas en lo que respecta a la trata, el tráfico y la explotación sexual de personas. De acuerdo a cifras del INEGI, EN MÉXICO 3.6 millones de personas utilizadas para explotación sexual, el 31% son menores de edad -con edades entre 5 y 17 años- y 70% personas emigrantes e indígenas obligados a realizar trabajos peligrosos para su seguridad, salud y moral en condiciones de trata.

El “Diagnóstico de las Condiciones de vulnerabilidad que propician la Trata de Personas en México”, en México, la trata de personas es el segundo negocio ilícito más redituable para la delincuencia organizada, sólo por debajo del narcotráfico y por encima del tráfico de armas (CNDH-CEIDAS).

Se requiere atacar este problema global de manera integral, y que el Estado Mexicano contribuya estableciendo una política de “tolerancia cero” a la explotación infantil; así como políticas de detección, prevención, atención integral y sanción a los delitos de explotación sexual y el tráfico de mujeres, niñas y niños.

Ablación del Clítoris

Artículo principal: Ablación de clítoris

Violencia contra mujeres musulmanas.

La ablación del clítoris, la mutilación genital femenina, es una forma de violencia contra la mujer. Es Violencia de Género, en la que intervienen las propias mujeres, bien consintiendo, bien realizando las prácticas. Aunque se localiza sobre todo en la zona centro-africana, esta práctica no se limita al continente africano, pues se sabe que esta práctica también ocurren en varios países de Asia, Europa, Australia e incluso América.

Se calcula que anualmente se le practica a dos millones de mujeres. La ablación reduce a las mujeres a «una mera función reproductora» anulando su sexualidad.

Las consecuencias de la ablación comienzan en el momento de la intervención con un dolor insoportable y la posibilidad de producir la muerte de la víctima; prolongándose las secuelas durante el resto de la vida con dolores crónicos, problemas durante el parto y generando en la mujer la imposibilidad de mantener relaciones sexuales satisfactorias. A las secuelas físicas habría que añadir las psíquicas: la mujer a la que se le ha practicado la ablación es consciente de la mutilación a la que ha sido sometida pudiendo perder su autoestima.

La ablación se practica, principalmente, en comunidades de países africanos subsaharianos y, aunque mayoritariamente es practicada por comunidades musulmanas, también se practica en comunidades animistas, cristianas y judías. Entre los países donde se practica la ablación se encuentran: Nigeria, Senegal, Sudán, Egipto, Etiopía (de mayoría cristiana), Pakistán, Indonesia, Malasia,… «Es una tradición cultural y no religiosa, aunque coincida que sea en los países islámicos donde más frecuentemente se practique. […] En la mayoría de las comunidades musulmanas no se aplica la ablación, pero el imaginario social y religioso la ha asociado al Islam».

La ablación es, en muchos casos, llevada en secreto por las comunidades que la practican. Se trata de una tradición muy difícil de erradicar ya que puede ocurrir que padres, principalmente madres, aún mostrándose en desacuerdo, se sientan en la obligación de practicarla a sus hijas ante el temor de no poderlas casar.

La experiencia nos ha enseñado que no hay que dejar de repetir qué es la mutilación sexual para convencer de la necesidad absoluta de erradicar una práctica abyecta que reduce a las mujeres a una mera función reproductora y desprecia su dignidad como seres humanos. Linda Weil-Curiel.

Feminicidio
Artículo principal: Femicidio

El feminicidio o femicidio es el homicidio de mujeres motivado por su condición de mujer. Se trata de un término más específico que el de homicidio y serviría para dar visibilidad a las motivaciones últimas de una mayoría de los homicidios de mujeres: la misoginia y el machismo; siendo «la forma más extrema de violencia contra la mujer».

El feminicidio es el crimen contra las mujeres por razones de género. Es un acto que no responde a una coyuntura ni actores específicos, pues se desarrolla tanto en tiempos de paz como en tiempos de conflicto armado y las mujeres víctimas no poseen un perfil único de rango de edad ni de condición socioeconómica. Sin embargo, existe mayor incidencia de la violencia en mujeres en edad reproductiva. 

Los autores de los crímenes tampoco responden a una especificidad ya que estos actos pueden ser realizados por personas con quienes la víctima mantiene un vínculo afectivo, amical o social, como por ejemplo familiares, parejas, enamorados, novios, convivientes, cónyuges, exconvivientes, excónyuges o amigos. 

También es realizado por personas conocidas, como vecinos, compañeros de trabajo y de estudio; de igual forma que por desconocidos para la víctima. Asimismo, puede ser perpetrado de manera individual o colectiva, e incluso por mafias organizadas. Flora Tristán

El término feminicidio se está extendiendo, principalmente, en Hispanoamérica y el Caribe, siendo la españolización de feminicide acuñado por Diana Russel y Jill Radford en su texto Feminicide. The politics of women killing, de 1992.

Flora Tristán, haciéndose eco de movimientos feministas, considera que la aceptación y extensión del término feminicidio permitiría evidenciar mejor la magnitud de este tipo de violencia contra la mujer, sería un tipo de homicidio específico en el que concurren causas históricas y que actualmente supone un grave problema social.

Los datos recogidos por el Centro de Mujeres de Perú (CMP) referidos a los años 2003, 2004 y 2005 revelaron que más del 64% de las víctimas de feminicidiomantenían una relación afectiva con el agresor; y únicamente el 12% de estos agresores eran desconocidos para el entorno de la víctima.


Legislación
España



Fuente: Wikipedia
Archivo Original: [ ver


¿POR QUÉ LAS MUJERES MALTRATADAS PERMANECEN CON SUS AGRESORES?

Se trata de Violencia de Género

El tipo de violencia de la que hablamos se denomina “violencia de género” y debemos partir de la definición de género para entender el comportamiento de víctimas y agresores. En este caso, nos centraremos en los factores que favorecen la permanencia de la mujer en relaciones de violencia.

El género se puede definir como la construcción cultural que se crea en una sociedad a partir de las diferencias biológicas. Mediante esta construcción se adscriben cultural y socialmente aptitudes, roles sociales y actitudes diferenciadas para hombres y mujeres atribuidas en función de su sexo biológico.

En nuestra sociedad, la forma de ser y de sentirse mujer viene determinada por un estereotipo de “feminidad” tradicional que, entre otros rasgos que la definen, incluye la atribución de una importancia fundamental de todo lo relacionado con lo emocional, con las relaciones interpersonales, con el afecto, con agradar, los cuidados, el apego, y no solo con la creación de estos vínculos sino con la responsabilidad en su mantenimiento.

A partir de estos rasgos, encontramos que las mujeres víctimas de violencia de género pueden mantener sus relaciones por los mandatos de género: por depender emocionalmente de sus parejas (ensalzando el apego y el enamoramiento de novela romántica), por pena cuando ellos sufren algún problema (anteponiendo el cuidado del otro antes que el propio), por vergüenza (relacionada con desagradar al entorno familiar), por pensar que hay que aguantar lo que sea (sobrevaloración de la abnegación), por la culpa y el vacío ante la pérdida, etc.

También relacionado con las diferencias de género está la dependencia económica, puesto que muchas mujeres siguen apartadas del mercado laboral para asumir el rol de cuidadora/madre y, por tanto, no se perciben como autónomas para vivir sin pareja.

Así pues, además de los modelos psicológicos ampliamente aceptados para explicar el comportamiento de las víctimas de malos tratos, es necesario aplicar la perspectiva de género para tener una visión más completa del fenómeno.

(Francisco Plaza, psicólogo experto en violencia de género)

Fuentes Culturales y Sociales

La mujer no inicia el vínculo con quien cree que se convertirá en su agresor; la violencia progresa silente conforme la relación se va haciendo más compleja. En los inicios, la mujer puede confundir manifestaciones de celos como muestra de un amor apasionado hacia ella.Puede sentir esto incluso como una señal de desamparo de él, que su amor podrá reparar.Será más allá de esta fase cuando aparezca el primer hijo, que se hará evidente que el objetivo del vínculo es distinto para ambos.

Por eso la mujer queda en un principio antes sorprendida que asustada cuando acontece la primera agresión(verbal, gestual o física)pues la violencia es incompatible con la idea de un proyecto conjunto de confianza y futuro.Esta distorsión sobre lo que debería ser constructivo y protector (la matriz afectiva) le otorga precisamente su capacidad destructiva y por tanto traumática a esta violencia.

La relación afectiva entre dos personas que se comprometen, alude en nuestro imaginario a una complementariedad afectiva, sustentadora y protectora. Un vínculo que no busca el sufrimiento como fuente de placer, sino dar dar forma a un proyecto basado en un ideal (muchas veces cultural) sobre dicha relación.Solo podremos llegar a comprender el efecto traumático de esa violencia, si no olvidamos las fuentes culturales y sociales de los que se alimentan los mandatos que refuerzan la permanencia de la mujer, pese a la violencia.

(Antonio Escudero Nafs, Principales modelos teóricos de la mente explicativo de una permanencia de las mujeres en una relación con parejas violentas, UNED)

Este artículo pretende explicar grosso modo cuáles son las causas que provocan que las mujeres maltratadas permanezcan privadas de su derecho a vivir una vida libre de violencia.Nos centraremos exclusivamente en la psicología sin atender, de momento, a otras cuestiones también importantes.

“El silencio es siempre cómplice del maltrato, como la pasividad o el no rechazo de este tipo de violencia beneficia siempre al maltratador”

(Raimunda de Peñafort, Titular del Juzgado nº 1 contra la Violencia de Género)

Los modelos psicológicos teóricos que pretenden explicar la permanencia de la mujer en la violencia de género parten de que la situación de violencia es desventajosa para quien la sufre. A medida que la situación se prolonga la expectativa sobre un cambio favorable disminuye y aumenta el riesgo de que dicha situación continúe . La acción más congruente sería abandonar, sin embargo, la mujer prosigue en esta relación violenta.

Esto es lo que más perturba a la sociedad y a quienes trabajan por erradicarla ¿Por qué la mujer rompe con esta lógica? ¿Por qué no abandona en un primer momento esta relación?

Este vídeo es una experiencia que prueba como en apenas cinco minutos podemos ser víctimas de indefensión aprendida, así se pueden sentir las mujeres que sufren de violencia de género. Esto nos puede ayudar a comprenderlas mejor, saber cómo funciona nos ayudará a desactivarlo.




La Indefensión Aprendida

La teoría de la indefensión aprendida la formuló Seligman en 1975, la indefensión es el estado psicológico que se produce frecuentemente cuando los acontecimientos son incontrolables…cuando no podemos hacer nada para cambiarlos, cuando hagamos lo que hagamos siempre sucede lo mismo.

Leonore Walker, partiendo de los experimentos de Seligman, inauguró una línea de de investigación hoy todavía vigente y que se puede resumir en que: repetidos malos tratos disminuyen la motivación de la mujer a responder .Ella llega a ser pasiva. Secundariamente, su habilidad cognitiva para percibir éxitos está cambiada. No cree que su respuesta acabará en un resultado favorable.

Los sentimientos de indefensión en mujeres maltratadas podrían debilitar la capacidad de solucionar problemas y la motivación para afrontarlos, favoreciendo de esta forma la permanencia en la mujer en la relación violenta.

L. Walker afirma que parece que una mayor permanencia en una relación violenta puede estar relacionada con haber vivido más experiencias de indefensión en la infancia.

Como conclusión, en la indefensión aprendida concurren tres componentes: pasividad, empobrecimiento de la capacidad para resolver problemas y sentimiento creciente de indefensión, incompetencia, frustración y depresión.
Ciclo de la violencia de género

En la violencia de género se pueden distinguir 3 fases: acumulación de tensión; agresión y fase de “arrepentimiento”.

Esta última fase genera en las maltratadas una ficción de reencuentro llamadaluna de miel donde el agresor intenta cumplir con la forma idealizada de pareja que tiene su víctima.

Según Walker la repetición de estos ciclos sirve para atar muy fuertemente a una mujer maltratada con su agresor. Mientras tiene lugar la agresión la mujer sufre una disociación acompañada de un sentimiento de incredulidad, de que eso esté sucediendo realmente; esto iría seguido de un colapso emocional, similar al experimentado por víctimas de secuestros o desastres, este colapso se acompaña de inactividad, depresión, ansiedad, autoinculpación y sentimientos de indefensión.

“Lo que Ana ve” Revólver.
El Vínculo Traumático


Esta teoría fue desarrollada por Dutton y Painter y hace referencia a una relación basada en el desequilibrio de poder que ejerce el maltratador golpeando, abusando o intimidando a su pareja de forma intermitente y creando en ella fuertes apegos emocionales.

El vínculo traumático se hace más poderoso cuando un castigo físico es administrado a intervalos, es decir, periodos de castigo con otros más amigables. La diferencia extrema entre ambas conductas acrecienta aún más el vínculo (Reforzamiento negativo), la conducta de arrepentimiento se asocia al cese de la violencia y la fase de “luna de miel” descrita por Walker queda reforzada. El arrepentimiento se establece como estímulo positivo.

Cuando una mujer abandona una relación abusiva, el miedo comienza a debilitarse por la distancia y esta sensación de alivio por cese de la violencia, que quedó grabada como un esquema mental, comienza a cobrar fuerza. La figura de la pareja que se mostraba arrepentida y amorosa es recordada en la distancia y cuando el estímulo reforzado es más intenso que el miedo, es posible que la mujer decida retornar.

En situaciones de un extremo desequilibrio de poder, la perspectiva del agresor será interiorizada por la persona menos poderosa que se autovalorará progresivamente más necesitada de la otra.

Quien posee mayor poder, el agresor, adquiere una idea sobredimensionada de sí mismo; es por esto por lo la persona poderosa se vuelve dependiente de la sometida; pues a través de este desequilibrio puede sostener la imagen adquirida. La sensación de poder es una especie de máscara de la cual se desprende cuando su víctima intenta abandonarlo. Esta es la explicación de los intentos desesperados del maltratador para atraer a su pareja a través de amenazas o de ficciones de arrepentimiento.

La desvalorización de la mujer junto con los intentos del agresor para mantener su imagen a costa del sometimiento de la mujer explican las dificultades para la ruptura de esa relación.


El Síndrome de Estocolmo Doméstico

El término “Síndrome de Estocolmo” fue acuñado por Nils Bejerot y tuvo su origen en un secuestro ocurrido en 1973, cuando los clientes de un banco fueron utilizados como rehenes .El temor a la intervención de la policía fue superior a las amenazas de los captores y después de la liberación los sentimientos de los rehenes eran confusos, como de afecto, e incluso una de las rehenes estableció una relación sentimental con un captor. El síndrome es una respuesta automática e inconsciente y no una decisión racional.

Andrés Montero ha desarrollado el Síndrome de Estocolmo Doméstico y lo describe como un vínculo interpersonal de protección , construido entre la víctima y su agresor que podría explicar cuestiones tan paradójicas como que sea la propia víctima quien sale en defensa del agresor, como si fuera la sociedad o elementos externo a él quienes lo forzaran a agredir.
! El alcohol y las drogas no fuerzan a agredir¡

El 50% de los agresores no son alcohólicos. Tampoco son enfermos mentales, existe la misma prevalencia de enfermedad mental que en la población en general.


El Síndrome de Estocolmo Doméstico vendría determinado por un patrón de cambios cognitivos, como resultado de una reacción de la víctima ante la situación traumática. El proceso abarcaría cuatro fases: desencadenante, reorientación, afrontamiento y adaptación.

En la fase desencadenante, las primeras palizas romperían el espacio de seguridad previamente construido por la pareja sobre la base de una relación afectiva, espacio donde la mujer había depositado su confianza y expectativas: esta ruptura desencadenaría en la víctima un patrón general de desorientación, una pérdida de referentes, reacciones de estrés con tendencia a la cronificación e, incluso, depresión.

En la fase de reorientación, la mujer busca nuevos referentes de futuro y trata de efectuar un reordenamiento de esquemas cognitivos de acuerdo con el principio de la congruencia actitudinal, todo ello en orden a evitar la disonancia entre su conducta de elección y compromiso con la pareja y la realidad traumática que está viviendo. La mujer se autoinculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva.

La fase de afrontamiento, es en la que asume el modelo mental de su esposo y busca vías de protección de su integridad psicológica, tratando de manejar la situación traumática.

E n la fase de adaptación, la mujer proyecta parte de la culpa al exterior y el Síndrome de Estocolmo Doméstico se consolida a través de un proceso de identificación y alrededor del modelo mental explicativo del esposo acerca de la situación vivida en el hogar y sobre las relaciones causales que la han originado.

En esta página puedes encontrar Síndrome de Estocolmo Doméstico

La Persuasión Coercitiva

La persuasión coercitiva ofrece una explicación más completa al imbricar distintas estrategias a lo largo de un tiempo extenso.

La persuasión es un ejercicio deliberado para influir en la conducta de alguien con un fin preestablecido. La coerción es una presión intensa y limitadora de su facultad de elección para dar más probabilidades a la obtención de la persuasión.

Se lleva a la práctica por una serie de estrategias que aseguran el control del maltratador sobre la víctima, modulando (modificando los factores que intervienen en el proceso para obtener distintos resultados) la intensidad, el tiempo y el espacio se produce la despersonalización y de esta forma la víctima es sometida al maltratador.(Álvaro Rodríguez Carballeira).

Diversos estudios han constatado que las experiencias traumáticas propias de rehenes , supervivientes de campos de concentración, sectas, etc. son similares a las de las mujeres maltratadas pero además cuando la violencia es ejercida por un miembro próximo produce un mayor efecto traumático sobre la víctima, y si además le sumamos la duración del maltrato; la fractura de los esquemas de seguridad de la persona se romperán y se producirá el sometimiento y la desidentificación de la víctima.

Las personas sometidas a técnicas de extrema coerción tienen riesgos de sufrir despersonalización y síntomas de entumecimiento emocional. Pueden mostrar una menor flexibilidad cognitiva, cambio de valores, actitudes, creencias y sentido del si mismo; y esto es lo que genera la identidad, por tanto esta pérdida es lo que produce la despersonalización.

La persuasión coercitiva y el lavado de cerebro, aunque a veces se usan como equivalentes, parece que el lavado de cerebro está incluido dentro de un proceso más amplio que es la persuasión coercitiva.


El Masoquismo o como a la Víctima la Convierten en Responsable

El Masoquismo es una expansión de la teoría del psicoanálisis de Freud. Afirma que son las víctimas quienes lo fomentan porque tienen una necesidad oculta. Son consideradas como desencadenadoras porque obtienen placer al tiempo que consiguen diluir su sentimiento de culpa por su actitud castradora de restar poder a la pareja. El agresor, según este modelo, se limita a reaccionar ante esta incitación, a responder ante esta provocación. Fue forjándose la idea de que la mujer víctima de malos tratos tenía una personalidad adicta a la violencia, que era masoquista. La compulsión a la repetición ha sido la explicación de la permanencia o retorno de las maltratadas a las situaciones violentas y esta actitud repetida de vuelta al maltrato es lo que hace que la sociedad, o una parte de ella, considere que nada se puede hacer porque ellas vuelven una y otra vez con sus maltratadores.

Este modelo masoquista tiene su crítica en la medida en que la víctima no puede crear al verdugo. El maltratador actúa y convierte en víctima a su pareja. SI NO HAY VERDUGO NO HAY VÍCTIMA.

La difusión de este modelo ha sido muy importante y hoy día es considerado un modelo explicativo popular, desgraciadamente hoy se sigue escuchando que “hay mujeres a quienes les gusta que les peguen”. El efecto suele ser de rechazo hacía la víctima que considerada así deja de serlo. Si sólo hablamos de la debilidad de la víctima, olvidando la destructividad del compañero y si nos limitamos a mencionar el masoquismo de la mujer no hacemos más que agravar la culpabilidad e intensificar el dominio que pesa sobre ella. Hay que tener cuidado y no decir que la víctima crea al verdugo.


Erradicación de la Violencia de Género

En la mujer maltratada la cotidianeidad es la violencia. El tiempo se define por presencia o ausencia de agresiones. La única realidad es la que dicta el maltratador y la realidad de él es un sistema de creencias, de explicación de las causas y consecuencias sobre los hechos cotidianos y los motivos que, según el, justifican la violencia ejercida.

Los accesos de mayor violencia, el proceso de descalificación mantenido, el reinicio del ciclo y la confusión de emociones (sorpresa, miedo, culpa, vergüenza) dentro de un entorno aislado facilitan que la mujer acabe asumiendo la realidad que le impone el agresor.

Para la erradicación de esta lacra social se debería actuar desde distintos campos:
Con respecto a la educación, en todos los niveles, desde preescolar a la educación de personas adultas, habría que introducir programas y actividades que incluyeran como un valor fundamental el de la equidad. el de la igualdad entre mujeres y hombres.
Los medios de comunicación tendrían que trabajar en dos vertientes. Se trataría de informar para proteger a las víctimas y de aislar y repudiar al maltratador.
La sociedad en general debería actuar de forma solidaria con las víctimas, no minimizar de ninguna manera la violencia de género.

Basta ya, exigimos el derecho de todas las mujeres para vivir libres de violencia.

“Principales modelos teóricos de la mente explicativos de la permanencia de las mujeres en una relación con parejas violentas” Antonio Escudero Nafs. (Curso: Violencia de Género, Una Visión Multidisciplinar, UNED.



Es un programa muy interesante sobre mujeres que han logrado superar los malos tratos.

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